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El embajador de Marruecos Omar Azziman respondió con un tajante argumento, basado en la idea de que marroquíes y saharauis “pertenecen a una misma nación” y “que se utilizarán todos los instrumentos que existan para que se acaben entendiendo”. También dijo que “empujar a radicalizar no hace más que entorpecer este entendimiento.” Este posicionamiento en boca de un representante del estado marroquí puede resultar como mínimo inquietante, teniendo en cuenta los innumerables saharauis encarcelados por defender sus derechos y todas las torturas cometidas por las instituciones policiales marroquíes.
Posteriormente, el Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, Bernabé López, manifestó que “la tortura es la peor torpeza que Marruecos hace” pero, a la cuestión de si es la presión internacional la que tiene que parar la tortura, contestó con un no rotundo. Un posicionamiento pragmáticamente pro-marroquí ya que elimina la responsabilidad e intereses de España y otros países cómplices y la absoluta importancia de éstos en la resolución del conflicto.
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